No sé por qué viene a la memoria contar esto. Era un plebeyo en el mundo del circo, tomaba antidepresivos, se enfundaba en un traje amarillo y levantaba un coche con una mano. Faltó poco para que la cantante de "Electric yeats" que hacía un numerito mientras cambiaban la escenografía y barrían la arena, lo engañara con el repartidor de Pepsi que se paseaba por las plateas.
Desde ese momento le declaró la guerra el entristecido plebeyo, comenzó a engordar y su fuerza no fue más que un envejecimiento neuronal prematuro que lo llevaron a dedicarse a entrar y salir de un cine porno diferente, según el circo se mudaba de ciudad. Democráticamente, lo soportaron un tiempo, pero entre las ventajas y desventajas que traía optaron por decirle adiós en un paso de frontera.
A la cantante le dijo:- Si yo muero, vos seguirás cantando.
Se supo que ella no le contestó nada y aceptó la histérica confesión tan íntima como un adiós.
No es para absolverla, ya ví que era una zorra pop pero él era un adicto irreparable de los que se atragantan con sushi, nutella y barras de avena y chocolate negro y metabolizan todo como si hubiesen comido un elefante.
Recordé esta anécdota por lo de "haber contado mi razón..."
Los circos parten...dicen que el plebeyo terminó limpiando un bar llamado SIGLO XX y desplegando una actividad pugilística por las noches.
Pensé:-¡Qué no se repita!
Saludos de una peregrina, usted tiene la última palabra.
V
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si tienes algo que comentar, este es tu momento