Te escribo sobre mí y también me describo, es así, el vuelo de este moscardón perenne hace que piense en quemarlo con un pabilo de vela encendido cuando cruce por allí. Ya , en el significado de esta existencia la carne ha nacido culpable. ¿Quién te lo dijo? Dirás, estoy segura. Nadie, en especial , son suposiciones sobre las hojas que escribo, encendiendo cada lámpara que hay en la casa, como si de eso se tratara la compañía.
¿Y vos que hiciste todos estos días de ausencia? A veces tengo tantos racimos de tareas, que ni te tengo en cuenta. Pero, en verdad, por las noches aparecés si hay un despertar momentáneo.
Pocas veces recibo respuestas favorables sobre tu vida, pero esto no es un ajuste de cuentas, no lo tomes así, es sólo que “el temor no es más que la consecuencia de toda mentira”, ¿Te acordás de Dostoievski, “Los hermanos Karamázov”?, aunque también dice “evite la mentira, eso es lo principal, todas las mentiras, y su propio engaño en particular”. Y todas estas nimiedades, aunque no lo parezcan, cicatrizan con mordiscos de autoestima.
Si no sabés como hacer para escribirme, águila, iluminá tu faro.
Recuerdos de estancia
V
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