Ayer rebuscando entre las cosas que Lucas dejó encontré el libro de Canciones de arena. Un libro encuadernado en rústica y atacado por la humedad. ¿Lo recuerdas? Se ve que el tiempo ha estado desliendo sus páginas con el ácido de las horas. Era nuestra edición escolar.
Paso las páginas que son como partituras silenciosas, cada poema, cada verso es un pentagrama donde suenan las voces de los que fuimos ayer, antesdeayer, hace una eternidad.
Ahora las notas revolotean por la casa. He cerrado las ventanas para que se queden dentro, para que estén aquí. Tu voz, la de Lucas, la de los compañeros de clase. Papá y mamá repasando las páginas. Tal vez como en esa novela que leímos en las vacaciones de aquel largo verano, se han colado entre los ingredientes de la comida. Los comensales han empezado a cantar con el primer plato.
Y sólo después de unos minutos he caído en la cuenta de que estaba solo.
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